... A pesar de todo me arrastré a la regadera, y entre dormida y despierta, pensaba en las razones de esa estúpida sonrisa. No encontré respuesta. Sin embargo decidí pensar en las pocas o muchas razones que pueda tener para sonreír... una de ellas son los buenos tiempos, donde la zozobra no existe, la tristeza no cabe, en donde todos, o casi todos lo que necesito, están aquí, punto. Qué cursi amanecí hoy. No importa, que sea por los buenos tiempos.


Recé por jamás desenvolverme de las alas que me cubrían; parecían haber creado una nueva piel especialmente para mí; una que no tenía principio ni final, fuerte como una roca, una roca en la cual se estrellaron los labios de mi ángel caído, convirtiendo mi nueva piel en suave elixir que se derretía en su lengua, desquebrajando mi mortalidad en un grito sordo con el que mi ser se perdería en el infinito...
Reinventé mi tiempo para buscar mi corazón; se encontraba enjaulado en tu ausencia y sus huesos. (mayo, 2001)

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